Departamento de Estado de los Estados Unidos
Oficina del Portavoz
Para difusión inmediata
Declaraciones
23 de junio de 2023
Sede de la OEA
Washington D. C.
SECRETARIO BLINKEN: Sr. Presidente, muchas, muchísimas gracias. Secretario General, colegas: Buenos días. Bonjour. Bom día. De nuevo, es estupendo estar aquí hoy con todos ustedes, en este lugar que nos reúne cada día. Esta es la Casa de las Américas.
Hace más de 75 años, nuestras naciones se reunieron para afirmar lo que la Carta de la OEA denominó el papel “indispensable” de la democracia en la consecución de la seguridad, los derechos humanos, el desarrollo y otras necesidades vitales de los pueblos de nuestro hemisferio. Y en el centro de esta Carta, y de la Carta Democrática Interamericana que la siguió, está el reconocimiento de que los destinos de nuestras democracias individuales están ligados entre sí. Y que en lo que se refiere a mejorar la vida de nuestros pueblos, nuestras democracias están mejor juntas.
Sin embargo, mientras nos reunimos hoy, varios gobiernos en las Américas están cuestionando la relevancia de la OEA, y de la democracia, en general, la relevancia para resolver los problemas a los que se enfrentan muchas personas en todo el hemisferio. La falta de oportunidades económicas, la inseguridad generalizada, la corrupción endémica, la aceleración de la crisis climática. Todos ellos problemas que han contribuido a hacer que un número sin precedentes de personas en nuestra región salgan de sus países.
Así pues, nos encontramos en un momento de reflexión. ¿Seguimos creyendo que la democracia es el mejor sistema para beneficiar a nuestra gente? Y si es así, ¿estamos dispuestos a comprometernos de nuevo con el fortalecimiento de nuestras democracias hermanas y de las instituciones en las que trabajamos juntos?
La respuesta de Estados Unidos a esta pregunta es inequívoca: Creemos en la democracia, en su capacidad permanente de renovación y revitalización. Creemos que es la mejor manera de satisfacer las necesidades de nuestros ciudadanos y de los pueblos de toda la región que compartimos.
Y creemos en la OEA, tanto en su capacidad de mejorar nuestras democracias individuales como de unirnos para resolver problemas que ninguno de nosotros tiene la capacidad de abordar eficazmente por sí solo.
Como dijo nuestro ex presidente, el presidente Jimmy Carter, en la OEA hace ya muchas décadas, para hacer de nuestra Carta, y cito, “algo más que piezas vacías de papel, para hacer de ella un documento vivo”, todos nuestros Estados miembros deben creer en ella y actuar para defenderla y mejorarla.
Así pues, permítanme que hoy exponga brevemente cómo podemos comprometernos de nuevo, juntos, a hacer de nuestra Carta un documento vivo para los pueblos de nuestro hemisferio.
En primer lugar, podemos seguir apoyando y reforzando las competencias fundamentales de la OEA, en las que tiene un historial demostrado de mejora concreta de nuestras democracias. Las misiones de observación electoral de la OEA son el estándar de oro para proporcionar una evaluación independiente e imparcial de si las elecciones son libres y justas. Solo en 2023, la OEA ha observado elecciones en Antigua y Barbuda, Ecuador y Paraguay, y observará la votación presidencial en Guatemala el 25 de junio, dentro de solo dos días.
Durante décadas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha proporcionado un foro para que los ciudadanos de todas nuestras naciones busquen justicia para las violaciones y abusos de los derechos humanos, desde las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales de las guerras sucias y las guerras del narcotráfico hasta el informe que publicó la semana pasada en el que concluía que agentes del Gobierno cubano estaban implicados en las muertes en 2012 de los defensores de los derechos humanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Además, la Comisión ha sido pionera en la promoción de los derechos de poblaciones tradicionalmente marginadas, como las personas afrodescendientes, las comunidades indígenas y las personas LGBTQI+.
La Fuerza de Salud de las Américas, ya hemos hablado de ello, formará a medio millón de trabajadores sanitarios en cinco años, medio millón, en cuestiones clave como la salud maternoinfantil. Y vamos por buen camino para alcanzar ese objetivo: ya hemos formado a 119.000 personas tan solo en el último año. Esto va a suponer una diferencia material y concreta en la vida de nuestros ciudadanos.
Puntos fuertes como estos son la razón por la que nuestro embajador ante la OEA, Frank Mora, luchó tanto para conseguir apoyo para uno de los mayores aumentos del presupuesto de la organización que hemos visto en décadas. Estados Unidos financia aproximadamente la mitad de ese presupuesto, gracias al apoyo de nuestro Congreso. Quiero dar las gracias a CARICOM por encabezar el esfuerzo para aprobar lo que es un aumento crucial.
También apoyamos plenamente la revisión externa de la Secretaría General de la OEA, para que podamos asegurarnos de que la gente de las Américas saca el máximo partido de los recursos que todos nosotros aportamos.
En segundo lugar, podemos comprometernos de nuevo a respetar, nosotros y los países de la región, los principios básicos de las cartas de la OEA y la Carta Democrática Interamericana. Y eso significa, por supuesto, seguir poniendo de relieve las violaciones generalizadas de los derechos humanos perpetradas por gobiernos autoritarios y buscar formas de exigirles las responsabilidades que les correspondan, y de poner fin a su represión, al mismo tiempo que intentamos ayudar a sus víctimas.
Pero eso es solo una parte. También tenemos que hacer oír nuestra voz cuando nuestras democracias se apartan de los principios que todos hemos acordado defender repetidamente. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando los líderes democráticamente elegidos de nuestra región intentan debilitar las instituciones independientes que proporcionan controles y equilibrios; cuando reprimen a los medios de comunicación y a la sociedad civil; cuando despiden o acosan a fiscales, jueces, funcionarios electorales u otros funcionarios gubernamentales independientes simplemente por hacer su trabajo; cuando intentan ampliar los límites de los mandatos; cuando atacan o intentan desacreditar a las instituciones multilaterales, incluida ésta, por plantear críticas legítimas. Tenemos que alzar la voz, no porque ninguno de nuestros miembros piense que somos perfectos, sabemos que no lo somos; ninguna democracia lo es, sino más bien porque estamos comprometidos con las democracias de los demás, porque nos comprometimos a pedirnos cuentas mutuamente. Porque sabemos que uno de los pasos más peligrosos que puede dar una democracia es despojar a los ciudadanos de su derecho a mejorar el sistema desde dentro. Y porque sabemos que los riesgos inherentes al retroceso, no solo para cada país y sus ciudadanos, sino para regiones enteras, son reales.
Estados Unidos no es inmune a esta situación. A lo largo de nuestra historia, hemos afrontado desafíos a nuestra propia democracia. Y seguimos haciéndolo hoy en día. De hecho, en muchos sentidos, estas experiencias subrayan para nosotros la importancia de esforzarnos siempre por abordar nuestras propias deficiencias, y hacerlo abiertamente, hacerlo con transparencia, no fingir que no existen o intentar esconderlas bajo la alfombra. Porque sabemos que, en última instancia, esa es la única manera de mejorar; la única manera, como diríamos nosotros, de intentar formar una unión más perfecta. Por eso nos abrimos a la revisión, y a la crítica, de los periodistas, de los defensores de los derechos humanos, de las organizaciones regionales y multilaterales. Y eso incluye la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que recientemente realizaron visitas en Estados Unidos centradas en las personas sin hogar, los derechos indígenas y el cambio climático.
En tercer y último lugar, debemos seguir adaptando nuestras instituciones y asociaciones para tratar de aprovechar algunas de las nuevas oportunidades y hacer frente a las nuevas amenazas. Nunca ha sido tan acuciante la necesidad de hacerlo. Fíjense en cualquiera de los grandes desafíos a los que todos nos enfrentamos, que están afectando realmente a la vida de nuestros pueblos: ni uno solo de ellos podemos resolverlo actuando solos. Por eso el presidente Biden ha trabajado sin descanso para revitalizar instituciones como la OEA y para intentar crear nuevas coaliciones en nuestra región y en todo el mundo.
Reunimos a los países en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles para adoptar la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, el primer enfoque verdaderamente regional sobre este tema, y 21 países la han firmado con compromisos concretos. Junto con la sociedad civil, con el sector privado, con las organizaciones humanitarias, con las organizaciones multilaterales y regionales, seguimos impulsando el progreso de las promesas que hicimos, y trabajaremos en ello día tras día. Continuaremos haciéndolo hoy, cuando tenga el honor de convocar una reunión ministerial de nuestros socios.
En abril, convocamos la primera Cumbre de Ciudades de las Américas, en Denver (Colorado), que reunió a 250 alcaldes y también a gobernadores, funcionarios tribales e indígenas, líderes de comunidades, ONG y empresas. Los participantes compartieron ideas innovadoras, conocimientos y enfoques, y forjaron nuevas alianzas en el nivel en el que la democracia está más cerca de las personas a las que sirve. Sobre todo, escuchamos, tomamos notas y aprendimos.
Trabajamos juntos para ampliar las oportunidades económicas inclusivas en toda América. Estamos ampliando el acceso a las tecnologías emergentes que son cada vez más cruciales para hacer negocios. No podemos tener una brecha digital que separe a los que tienen acceso de los que no lo tienen. Hemos lanzado una nueva agenda económica, la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, para construir un crecimiento más equitativo desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia el exterior. Y estamos presionando a las instituciones multilaterales de desarrollo, como el Banco Mundial, para que aumenten la financiación destinada a los países de renta media de la región, tal y como la vicepresidenta Harris dialogó con nuestros amigos de CARICOM y otros socios hace unas semanas en la Reunión de líderes de Estados Unidos y el Caribe.
Hoy lanzamos una nueva coalición mundial para hacer frente a las amenazas de salud pública y seguridad que plantean la producción y el tráfico ilícitos de fentanilo y otras drogas sintéticas. Animamos a los países de toda la región a que se unan a nosotros en este esfuerzo. En muchos sentidos, Estados Unidos ha sido el canario en la mina de carbón en lo que respecta a los opioides sintéticos, pero vemos que este problema se está extendiendo, especialmente en nuestro propio hemisferio.
Los Centros para el Control de Enfermedades calculan que aproximadamente 110.000 estadounidenses murieron de sobredosis de drogas en 2022. Más de dos tercios de esas muertes fueron el resultado de opioides sintéticos, infligiendo un sufrimiento inconmensurable a familias de todo nuestro país. Pero no hay país en todo nuestro hemisferio que no se vea perjudicado por esta lacra, o por los grupos de delincuencia organizada transnacional que se benefician de ella. Y la única manera de hacerle frente eficazmente es juntos. Dentro de unas semanas, tendré la oportunidad de convocar a docenas de mis homólogos de todo el mundo para la reunión inaugural de la coalición.
Colegas, he dicho al principio que Estados Unidos sigue creyendo, y cree firmemente, que, cuando se trata de cumplir las aspiraciones de nuestros pueblos, los pueblos de todo el hemisferio que compartimos, no hay mejor manera de hacerlo que con las democracias trabajando juntas. Pero de todas las razones por las que confío en que nuestras democracias puedan, en última instancia, responder a los importantes desafíos a los que nos enfrentamos, hay una que eclipsa a todas las demás: Nuestros ciudadanos creen en la democracia. Quieren la democracia. La última encuesta anual de Latinobarómetro muestra que, incluso si la mayoría de la gente en nuestro hemisferio está de acuerdo en que las democracias pueden y funcionan, pueden y deben funcionar mejor, y eso lo sabemos, dos tercios de nuestros ciudadanos siguen creyendo que la democracia es la mejor manera de que el gobierno satisfaga sus necesidades. Dos de cada tres. Esto supone un aumento con respecto a hace tan solo unos años.
Y si todos nuestros ciudadanos siguen creyendo en la democracia, si siguen empeñados en mejorar nuestros sistemas desde dentro, en pedirnos responsabilidades, no hay fallo que no podamos arreglar, no hay desafío que no podamos superar, en la marcha perdurable para hacer de los derechos y aspiraciones de nuestros pueblos algo vivo.
Gracias. Gracias a todos. (Aplausos).
Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/secretary-antony-j-blinken-at-the-organization-of-american-states-general-assembly-third-plenary-session/
Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.